Menco

jueves, 19 de noviembre de 2009

Índice de engaño

Cuestionan al INDEC
Índice de engaño
Distintos organismos privados realizaron estudios para determinar la pobreza en el país y desmienten lo números arrojados por los organismos oficiales, aludiendo a su falta de credibilidad y coherencia.


Que hay pobreza en el país no es nada nuevo, como tampoco lo es el duro cuestionamiento a las instituciones que dependen del gobierno y menos aun la poca credibilidad que se le tienen a éste. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), el índice de pobreza es sólo del 13,9%, en cambio para las mediciones privadas, ésta va entre el 30 y 37 por ciento. Datos que parecen hablar de distintas cosas pero que, en definitiva, se tratan de lo mismo. Estas contradicciones en los índices son el claro reflejo a la hora de demostrar que no se confía en los organismos gubernamentales o que de éste dependen y que por eso se los cuestionan y lo ponen en evidencia.
Quien lleva la bandera a la hora de cuestionar estas mediciones de pobrezas es el cardenal Jorge Bergoglio, que aprovecha cada vez que puede para poner en manifiesto su opinión. “Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades”, con esas palabras denunció y dejó en claro su descontentó el cardenal. Sinceras, como deben ser… claras, para que no queden dudas… duras, como la realidad.
En contraposición, el gobierno nacional mira para otro lado y asegura que en la Argentina disminuyó la pobreza y que los datos del INDEC son los reales. Ante esto, el máximo referente de la Red Conin de lucha contra la desnutrición infantil, que posee 17 centros en todo el país, aseguró que cada vez se abren más centros y hay más demanda, lo que quiere decir que las cosas no están bien y que la pobreza no disminuye sino todo lo contrario, va en aumento.
A la hora de justificar cada una de las posturas, los índices de mediciones privadas se basan en datos concretos de la realidad: la baja en el consumo en supermercados, (poco más del 3%); el aumento de despidos (en el mes de septiembre se multiplicó por diez en referencia al mismo mes del 2008); los “tarifazos” (subas de hasta el 400% para luz y gas); la gran inflación en los precios de la canasta básica (promedio de más del 1% mensual); entre tantas otras. Por otro lado está el gobierno que ante todo y todos, sigue dejando en claro que confían en los datos arrojados por el INDEC y sólo con eso intentan justificarse en su postura de reducción de la pobreza.
Quienes están en el “medio” de esta encrucijada contra el monstruo de la pobreza somos nosotros: los ciudadanos comunes. Los mismos que todos los días debemos enfrentarnos a la realidad que vemos en las calles, la misma realidad y las mismas calles que parecen no recorrer nuestros gobernantes. Porque no es lo mismo gobernar desde un cómodo sillón en una acogedora habitación calefaccionada o ventilada, que transitar los barrios en donde miles de chicos pasan hambre y frío. Eso es la pobreza, señores gobernantes, si no la conocen recorran y empápensen de realidad. Porque la realidad no es el INDEC, no son sus casas de dos pisos en sus countries o sus autos de cifras de más de cinco ceros. La realidad en el país es mucho más dura, cruel y desigual.
La condiciones en las que viven miles de personas, nos indican que hay chicos que no tienen un plato de comida diario, un acceso a una vivienda digna, a un estudio como manda la constitución o bien, tener un tratamiento adecuado (y gratis) cuando se enferman. Porque al igual que el INDEC, todas las instituciones están mal manejadas. Raros planes económicos, la educación está muy devaluada, los centros de salud muy precarios, etc. Es imposible luchar contra la pobreza si no se crean políticas adecuadas que conjuntamente busquen el mismo objetivo.
Para disminuir la pobreza como creen que hacen los gobernantes, hay que empezar por ponernos todos en igualdad de condiciones. Educación y salud pública y eficiente, sueldos que se ajusten a la realidad del país, más empleos y menos despidos, políticas de desarrollo nacional basados en los recursos naturales que tiene el país y no se explotan, etcétera.
Mientras la sociedad y la realidad dan indicios de lo que es la situación concreta y verdadera del país, los de “arriba” hacen oídos sordos y fijan prioridades en cosas menos importantes. Una Ley de Medios que de por sí es injusta, autoritaria y poco democrática; la estatización del fútbol, donde se invirtió más de 500 millones de pesos que bien podrían haber sido destinados para crear puestos de trabajo, viviendas o mejorar la salud y la educación.
Pero el gobierno sigue pensando en próximas campañas, en tratar de juntar (sea como sea) votos y de recomponer una imagen que día a día está más devaluada. Para ese partido tienen guardadas algunas cartas fuertes: La Ley de Medios, que le permitirá no tener grandes “opositores” mediáticos; el fútbol “gratis y para todos” que sirvió como cortina para desbancar al grupo Clarín y que contribuirá gracias a su masividad a seguir engañando a la gente en busca del voto; la gran hipocresía de la presidenta aprovechando el fallecimiento de un referente de la cultura nacional, para salir en cámara “llorando”, cuando el punto de ráting del “canal público” era el más alto (final del partido Boca-Vélez) y otras cartas ocultas que pronto se darán a conocer.
¿Hasta cuando seguiremos permitiendo que se juegue con nosotros y se nos trate de idiotas? Todos y hasta el más ingenuo sabe que el país es una caos total, que la pobreza es el precio que más aumentó en la góndola de la sociedad, que la política de Estado es desigual e hipócrita y ya nadie discute que todo lo que la presidenta hace es con una doble intención.
Ya es hora de ponerse firme y no dejarse engañar más, sabemos que juntos se puede derrotar a un gobierno que atenta contra sus gobernados y que sólo fija prioridades donde se puede sacar una gran tajada a cambio. Todos podemos y debemos luchar para combatir la pobreza, la indigencia y el maltrato, la desigualdad, la hipocresía y la corrupción. Porque así como el gobierno tiene sus “cartas fuertes”, nosotros contamos con la más importante del mazo: nuestro voto. Hagámoslo valer.